El arco aórtico izquierdo con una
arteria subclavia derecha aberrante constituye la anomalía vascular congénita
más común del arco aórtico y se encuentra en un 0,5% a 3% de la población. En gran
parte de los casos en el origen de la
arteria se encuentra una dilatación sacular denominada divertículo de Kommerell, en honor a Buckhard F. Kommerell quien lo describió por primera vez
en 1936. La arteria subclavia derecha aberrante nace como última rama del
cayado aórtico, algo posterior e independiente
de la arteria carótida derecha. Cruza la línea media en el mediastino posterior.
En la mayoría de los casos, es un hallazgo casual y el paciente permanece
asintomático. Sin embargo, en ocasiones, el curso anómalo de esta arteria (denominada A. Lusoria) forma un anillo
vascular que comprime la tráquea y el esófago, dando lugar a disnea y disfagia
lusoria. El aneurisma del
divertículo se observa entre el 3 y el 8% de estos pacientes. La complicación más grave asociada a los
aneurismas del divertículo de Kommerell es la rotura, que conlleva una tasa de
mortalidad del 50%2. Mediante radiografía simple de tórax
se puede sospechar esta malformación, sin embargo la resonancia magnética (RM)
o la TC son los estudios de imagen de elección tanto para el diagnóstico como
para la planificación terapéutica. La angiografía mediante TC multidetector es,
en la actualidad, el principal método de imagen en la valoración de las anomalías
vasculares torácicas ya que permite ver ademas las relaciones de los vasos con
los órganos adyacentes. No existe consenso sobre el tratamiento del divertículo
de Kommerell, pero se recomienda su reparación cuando se producen síntomas por
compresión o cuando alcanza los 3 o 5 cm de diámetro (según los autores), por
riesgo de rotura, disección, embolismo o fístula aortoesofágica/aortobronquial.
El objetivo del tratamiento es excluir el divertículo de la circulación, para
lo cual se han descrito múltiples técnicas quirúrgicas y procedimientos
hibridos. La reparación endovascular del aneurisma del divertículo de Kommerell
evita la toracotomía y la esternotomía media, pero precisa una zona de anclaje
para la endoprótesis de al menos 15-20 mm con lo cual no es infrecuente tener que cubrir el ostium
de los troncos supraaórticos, y es en esos casos en los que una técnica híbrida
permite reimplantar el origen de los vasos y obtener una zona de anclaje que
garantice la fijación proximal de la endoprótesis. A pesar, de la frecuencia
relativamente baja consideramos que este tipo de tratamiento constituye una
buena alternativa, menos invasiva, al abordaje quirúrgico exclusivo y ofrece
resultados aceptables.
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